La “mejor inversión de la historia” causó burlas y fue considerada una locura en su época
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Para muchas personas es una locura invertir en startups.
— “¿Por qué invertir en un activo que es riesgoso? Mejor invierte en algo seguro”, suelen repetir los más conservadores. Invertir en startups no es para todos. Y no es ni bueno ni malo.
Invertir en startups no es para personas que quieren “forrarse” sí o sí. Invertir en startups es para los que quieren ser parte de un emprendimiento que busca resolver algún problema puntual. Es para personas que les convoca un propósito, que quieren impactar, diversificar. Es para quienes quieren incidir en el hoy y en el mañana.
A algunos los tildan de locos, tal como ocurrió en 1867, cuando Estados Unidos compró Alaska a Rusia por USD 7,2 millones, lo que hoy parecería una suma absurda. Pero en su momento, la transacción fue vista con escepticismo y fue objeto de burlas.
Incluso la prensa la llamó “la locura de Seward“, en referencia al Secretario de Estado William Seward, quien impulsó la compra. Sin embargo, y con el paso del tiempo, se ha convertido en una de las decisiones de inversión más rentables de la historia. La riqueza en recursos naturales, su posición estratégica y su contribución económica han convertido a Alaska en un activo invaluable para Estados Unidos.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con las inversiones en startups? Mucho más de lo que imaginas, pero sobre todo tiene que ver con la visión a largo plazo (aspecto que vimos en nuestro estudio de rentabilidad de startups).
Cuando Seward negoció la compra de Alaska, la mayoría de la gente creía que era un territorio inhóspito, sin valor y con pocas posibilidades de retorno. No obstante, lo que Estados Unidos compró no fue solo un pedazo de tierra, sino una oportunidad futura. Lo mismo sucede con las startups: muchas de las compañías tecnológicas que hoy dominan el mundo comenzaron como apuestas arriesgadas en las que pocos creían.
Amazon, Tesla, Airbnb a nivel mundial… Wild Foods, Zapping, GoodMeal, Pago Fácil y otras más en casos locales. Todas estas empresas parecieron “locuras” en su momento. Al igual que Seward, los inversionistas visionarios entendieron que lo que en un inicio parece un gasto, en realidad es una inversión en potencial.
El factor paciencia: no se ven los resultados de inmediato
Cuando Estados Unidos adquirió Alaska, pasaron décadas antes de que su verdadero valor se hiciera evidente. No fue hasta el descubrimiento de oro en el siglo XIX y, más tarde, de petróleo en el siglo XX, que se reconoció la magnitud de la inversión.
En el mundo de las startups ocurre lo mismo. Una inversión puede tardar años en dar frutos. Empresas emergentes suelen pasar por períodos de pérdidas antes de alcanzar la rentabilidad, y muchas veces los mercados tardan en reconocer su verdadero potencial. Por eso hay que “aguantar el chaparrón”, como se dice en buen chileno.
Riesgo vs. recompensa: no todos ven el valor inicial
Rusia vendió Alaska porque no veía un beneficio inmediato y temía perderla sin obtener nada a cambio. Prefirieron asegurarse una suma pequeña en lugar de apostar por un futuro incierto.
Este es un error común en las inversiones.
Muchos inversionistas buscan retornos inmediatos y rechazan oportunidades que requieren paciencia y visión. En el ecosistema startupero, el riesgo es alto; pero las recompensas pueden ser extraordinarias. Invertir temprano en una startup puede significar adquirir una parte de una empresa que —con el tiempo— se convierte en un gigante del mercado.
¿Estás listo para tu propia “compra de Alaska”?
La historia nos ha enseñado que las mejores inversiones no suelen ser evidentes en el momento. Ya sea comprando un territorio desconocido o apostando por una startup en sus primeras etapas, los grandes retornos se logran con visión, paciencia y en momentos inciertos.
Si hubieras sido un inversionista en 1867, ¿habrías apostado por Alaska? Y si hoy estuvieras frente al próximo Wild Foods o Pago Fácil, ¿te atreverías a invertir? Tal vez la gran oportunidad del siglo XXI no sea un pedazo de tierra, sino una startup esperando a ser descubierta.
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